En medio del jolgorio por la segunda etapa de la
54 Serie Nacional de Béisbol y vanaglorias por los Centroamericanos de Veracruz, nadie recuerda los campeonatos mundiales de voleibol que pasaron sin
glorias pero con muchas penas para el deporte cubano. No sé dónde está la
vergüenza, si en la pobre actuación de nuestros equipos o en la poca atención
otorgada por la prensa.
Ciertamente, es vergonzoso que el país de la
mejor voleibolista y el mejor entrenador femenino del siglo XX, haya terminado
en el lugar once entre los hombres y, peor aun, sin un solo punto en la rama
femenina.
Las causas de esta debacle pudieran ser
innumerables, pero nos referiremos a una esencial: el éxodo masivo de las
principales figuras del voleibol cubano actual hacia otros países.
La primera interrogante que salta a la vista
es, ¿cuáles son las causas de la “escapada” masiva de nuestros(as)
voleibolistas? (aunque en otros deportes también se da este fenómeno). Sin
dudas, la atracción económica es una de ellas, otra pudiera ser la necesidad de
jugar constantemente en el máximo nivel, pero, ¿será que los directivos cubanos
están propiciando esta emigración?
Sin dudas, un país como Cuba no puede
competir contra el poder otorgado por “don dinero”. A pesar de las reformas
adoptadas para la remuneración de atletas y entrenadores, aun son incomparables
con los contratos multimillonarios de José Dariel Abreu o en la Major League Baseball (MLB) o
las cuantiosas ganancias de Osmany Juantorena, Roberlandy Simón, Rosir Calderón
entre otras figuras, en las ligas europeas de volley. ¿Acaso es pecado
ideológico que una persona desee superarse profesionalmente y aspire a
prosperar económicamente? Sinceramente, no considero eso una imperfección sino
una cualidad en un ser humano.
La lógica del mundo deportivo,
lamentablemente, marcha por los senderos del mercantilismo. Cada día se mueve
más dinero y Cuba debe saber insertarse en este escenario tan complejo para
nuestra ideología. No podemos renunciar a los valores que han enaltecido al
deporte en esta Isla, ni a la formación de talentos, pero tampoco nadar
contracorriente es beneficioso para ninguna de las partes.
En el sector artístico, se han “perdonado”
los “pecados” de figuras como Isaac Delgado, Reinaldo Miravalles, Bony y Kelly
y hasta el mítico Pablo Milanés, entonces por qué impedir que Roberlandy Simón,
Osmany Juantorena, Wilfredo León, Raidel Hierrezuelo, Michael Sánchez, Fernando
Hernández, Rosir Calderón, Kenia Carcasés, Nancy Carrillo, Yaima Ortiz, Liana
Mesa integren las selecciones nacionales y así privarnos de tener dos
equipos de primer nivel mundial.
El Estado cubano realiza un enorme esfuerzo
para mantener las instalaciones deportivas, conjuntamente con los gastos en la
formación, preparación y competencias internacionales. Para el Instituto Nacional
de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) sería buen negocio gestionar
los contratos de los atletas cubanos que deseen desarrollarse en el exterior.
Con solo el 5% de cada emolumento, el organismo rector se aseguraría miles de
dólares anuales. Por ejemplo, de un millón obtendrían 50000 dólares y el resto
lo disfrutarían el atleta, su equipo de trabajo, la familia y la economía
cubana. ¿Por qué el deporte, como la salud y el arte no puede entrar en la
política de exportación de servicios? Actualmente, solo citadas figuras del
béisbol gozan del beneplácito del INDER para jugar en el extranjero.
Añoramos los triunfos de las espectaculares
morenas del Caribe y deseamos acabar con las políticas caducas que impiden
disfrutar del talento de los nuestros.
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